Wednesday, January 16, 2008

Sueño dipsómano


Martes, 17 de abril de 2007. 6:45 am.

Anoche estuve leyendo un libro. Era uno de esos libros de los que Henry Miller decía que eran sus favoritos: una biografía: la vida de Malcolm Lowry. Es un libro de más de quinientas páginas en edición de bolsillo. El primer capítulo abarca apenas sesenta y concluye con la muerte del escritor. Me acosté pensando en la vida de Lowry, en su relación matrimonial, en su alcoholismo y en su apego a su casa canadiense. Restan cerca de cuatrocientas cincuenta páginas y parece que ya me lo hubieran dicho todo. No soñé con Lowry. Era más bien como estar pensando dormido. Nada llegaba a ser un sueño, sólo pensamientos sobre Margerie, su esposa y sostén espiritual, sobre su casa en Canadá y lo que significaba para el autor de Bajo el volcán esta casa y su célebre novela. Una casa donde pudo escribir finalmente su obra, que por burla de las moiras queda en el Norte y no México, pero la novela es en México; una novela escrita en el Norte sobre el inframundano México.
Todo esto lo asociaba en un sueño muy lúcido inducido por el libro.
A menudo me descubría despierto, y entonces creía que no había dormido nada porque seguía pensando en lo mismo. Vaya noche. Ya quiero enfrentarme con el segundo capítulo. Qué manera de escribir la de Douglas Day, el biógrafo del que cuya vida me ha absorbido en una sola noche. Uno termina involucrado en el torbellino que fue la vida de Lowry, en su dipsomanía que, en algún momento, llegó a ser de tres litros de vino tinto y dos de ron por día. Se llega a sentir lástima por él, porque casi todo cuanto le dependía se iba al caño. Fue un hombre al que la adultez se le convirtió en arrestos, divorcios, peleas, reclusiones en clínicas, destierros, lesiones, frustraciones literarias, incendios del hogar, en más de un sentido, y una borrachera de más de treinta años. Uno no se puede mantener al margen con la historia de una vida como la suya. No lo digo por establecer una analogía con su vida –Lowry fue un alcohólico irremediable–, pero leerla puede resultar embriagante. Espero continuarla hoy.


La razón por la que estoy leyendo sobre Lowry es porque me inscribí en un curso en la Escuela de Letras sobre Bajo el volcán. Se dicta en el área tres de la carrera. Hay pocas definiciones satisfactorias sobre esta área de estudio de Letras. Es, en síntesis, un acercamiento a la literatura para desentrañar su significado profundo para la vida. La imagen que nos brindan las obras más trascendentales de la literatura universal, y las no tan trascendentales, por supuesto: las que son unas joyas por su rareza de estilo, o por su tema. Solemos estudiar los pasajes de la mitología clásica griega para reconocer que definitivamente son imagen de acontecimientos literarios, o viceversa. Hay un tipo de estudio que realizamos en esta área que tiene que ver con los poetas, la poesía y los poetas, y me parece una de las más atinadas, como que por ahí van los tiros si queremos definir lo que hemos de aprender de área tres. La relación entre vida y literatura.

Hay una comparación que establezco desde que la descubrí cuando era librero, y creo que se ajusta un poco para acercarnos al área tres: Hace unos tres o cuatro años murió trágicamente una exitosa mujer del mundo teórico de las finanzas, Janet Kelly. Fue un presunto suicidio muy comentado en el país ya que fue en la vía pública. Kelly era una imagen del éxito ejecutivo. Hay un libro suyo sobre finanzas publicado post mortem (seguramente hay más, pero yo sólo conocí ese). En ninguna parte del libro se habla de cómo murió la autora. Sólo tenemos que tomar cualquier ejemplar de una obra de Hemingway, o de Camus, o de Kennedy Toole, o de Silvya Plath, de Woolf, y nos enteraremos de cómo murieron en la contraportada o en la introducción. Eso es lo que diferencia la carrera de un escritor de la de cualquier otro profesional, exceptuando quizás a los verdaderos artistas y algunos gobernantes. Hay una relación con la vida que es diferente de la que cualquier otra persona pueda tener, hay un nexo con la muerte que nos lleva a pensar que sólo reconociendo la muerte como parte de la vida se construye literatura, o por lo menos esa es la visión que podemos tener de los estudios del área tres, Literatura y vida. Lowry es un gran ejemplo de estos escritores para los que la vida les va en la literatura, o les fue. Su vida parece ser de un personaje literario, obviamente suyo.

Daniel Cuevas -(B-612)

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